La normatividad social establece dos tipos de género basándose en “la
naturaleza” de nuestros cuerpos: machos y hembras. Sin embargo, la
naturaleza no es la única regente de la sexualidad. La experiencia
humana es tan vasta y compleja que supera con creces a los determinantes
biológicos. Por lo tanto, existen sexos y sexualidades:
Sexo biológico: varón, mujer, intersexual (cuando coexisten caracteres de ambos sexos).
Sexo psicológico o identidad de género: masculino, femenino, transgénero (travestis, transexuales).
Deseo sexual: heterosexual, homosexual, bisexual.
Una
travesti, al igual que un transexual, no es un varón homosexual que se
viste de mujer. Es una mujer trans (se siente mujer pero no niega su
origen del sexo opuesto). En el primer caso (la travesti), mantiene sus
genitales y no se acompleja por tenerlos; y en el segundo caso (la
transexual) necesita operarse para readecuar su cuerpo físico a la
experiencia subjetiva de sentirse mujer.
Aclarando estas
diferencias entre sexo, género y deseo, el abanico de posibilidades se
abre, de tal manera que una mujer trans puede tener deseos de estar con
un hombre o una mujer; o un hombre heterosexual podría verse deseando a
una mujer (biológica y psicológicamente constituida) o a una mujer trans
(travesti o transexual).
Los hombres la quieren completa
No
es ninguna novedad: hay hombres que buscan travestis para tener sexo y
otros que se enamoran y construyen una vida en pareja. A pesar de los
avances en materia de sexualidad y aceptación de lo diferente, la
tendencia a encasillar existe.
Se cree que un hombre que busca
travestis o transexuales es un homosexual encubierto. No es así. Es un
varón (identidad de género: se siente masculino), es heterosexual (desea
estar con una mujer…Pero trans). A estos hombres heterosexuales les
atrae el cuerpo femenino, se sienten fascinados por sus curvas, la
sensualidad, y hasta la libertad para el juego erótico.
Hay
algunos que son tan exquisitos que rechazan cualquier gesto viril que se
cuele o el timbre de voz levemente grave. Puede parecer una paradoja,
pero por un lado rechazan signos de virilidad en la figura y en el
comportamiento, pero la presencia de los genitales masculinos los atrae.
Están
los que desean a las travestis y eligen el cuerpo “completo” que se le
ofrece; otros gustan de transexuales operadas, o en vías de readecuar
sus cuerpos.
En muchas de las relaciones con travestis el hombre
ocupa un rol pasivo, o hay versatilidad y se intercambian los roles,
práctica que una prostituta u otra mujer no podría hacer por motivos
lógicos. (Aclaración: el sexo anal no es sinónimo de homosexualidad; el
erotismo homosexual puede o no incluir esta práctica).
Si hay
oferta de prostitución de mujeres transgénero es porque hay demanda. Los
varones que buscan tener relaciones con travestis no lo hacen sólo por
mero juego o por salir con amigos a una aventura exótica. Les gusta y lo
disfrutan, sólo que unos pocos se animan a decirlo.
Algunos
sienten que se excitan más que con sus parejas mujeres. Cuando logran un
placer alto con las chicas trans quieren repetir la experiencia. En
algunos casos surge el dilema existencial: ¿con quién tengo que estar:
con mi novia mujer, o mi chica trans?
A los hombres enamorados de
mujeres trans se les presenta el gran desafío de blanquear una relación
que puede generar incomprensión, burla y rechazo. Sólo unos pocos
valientes se animan.
Ser infiel con una chica trans
Existen
hombres heterosexuales, en pareja o casados, que esconden sus gustos
por mujeres transgéneros. Muy pocos se animan a confiarles a sus parejas
actuales por dónde discurre su deseo.
Las mujeres más abiertas
aceptan que pueda haber interés, pero no permitirían jamás que su hombre
salga alguna noche a saciar sus inclinaciones paralelas. Admiten la
necesidad de su partenaire y hasta se permiten fantasear tener una chica
trans en la cama, o jugar con algún dildo (consolador) y que ella lo
ate a la cintura a la manera de un pene artificial. Hasta ahí llega el
permiso.
Los hombres que desean a una chica trans, y están en
pareja, se ven en una disyuntiva angustiante, mucho más que si la otra
opción fuera una mujer. Los que no pueden confesar su atracción
prefieren ocultarlo. No obstante, la conducta que adoptan puede llamar
la atención: llamados encubiertos, frecuentes salidas nocturnas, uso
desmedido del chat o ingreso a páginas de prostitutas trans. En la cama
pueden mostrar una disminución del deseo o una exaltación del mismo
cuando se exteriorizan fantasías que incluyan a travestis.
Un
hombre heterosexual que desea a una mujer trans vive preso de la
normatividad social (bajo el amparo de las creencias religiosas), que no
le permiten una expresión autentica de lo que siente.
Tiene que
cumplir con las reglas impuestas para un hombre biológico, que se siente
hombre psicológicamente, pero que desea igual o más a una mujer
transgénero que a una mujer biológicamente y psicológicamente
configurada.
Los hombres y las mujeres homosexuales han logrado
más aceptación y viven sus vidas con más libertad, les toca el turno a
las mujeres y hombres transgénero. Y a los hombres y mujeres que se
enamoran de ellas/os.
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